miércoles, 4 de enero de 2012

Ira constante

Ya tu padre se enfadó.
Nada hiciste por picarle,
oye lo que te digo yo:
ya nada podrá calmarle.
Está airado, está desbocado,
está rabioso y desatado.
Mientras recibes los puñales
que por su boca son lanzados.
Sus puñales afilados
que se clavan en tu piel,
son de filo oxidado,
más amargo que la hiel.
No quisiste provocarle.
No quisiste irritarle.
Pero sin apenas hablarle,
conseguiste enfadarle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario