Te odio, miserable timidez.
No soporto tu miedo a perder,
nunca querer arriesgar,
por tu miedo a no ganar.
Temor a hablar con la gente,
miedo a caerles mal.
Horror a parecer diferente,
por culpa de la inseguridad.
No hay cura para esta enfermedad.
Si la hay, no la he llegado a encontrar.
Si alguien me la diera, todo le podría dar.
Todo sería poco por librarme de mi mal.
Aunque a veces se pueda aguantar,
siempre acaba por reventar,
cruel mordaza apretada
que nunca me podré quitar.

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