domingo, 16 de agosto de 2015

Ciertamente, la incertidumbre.

Ciertamente la incertidumbre es el motor de las cosas. La mayoría de la gente tiene un enfoque bastante simplificado de lo que la incertidumbre significa y conlleva. Digamos que se enfrentan a ella con miedo, como a todo aquello que no pueden controlar. Para la mayoría de la gente, el caos es algo negativo (y así se lo inculcaron desde pequeños), pues es algo que escapa del orden habitual de las cosas. El descontrol es la causa de todos los males, sin excepción, y nada bueno puede salir de él.

Y esto es así para la mayoría de la gente, porque así de lo han enseñado, pero en realidad, el problema es que nunca se han atrevido a enfrentarse a lo aleatorio. Prefieren escuchar sus CDs en orden, para saber qué canción sonará la siguiente, para tener una idea de qué esperar.

Sin embargo, una vez decides tomar ese riesgo de lo desconocido, descubres una nueva forma de ver las cosas. Una forma mucho más pasional y apasionante. Una forma, en muchos aspectos (al menos para mí) infinitamente mejor. Porque lo incierto supone pensar rápido, que te estallen los problemas en la cara y ser capaz de asumirlo y solucionarlo. Lo caótico es muchísimo más divertido.

Y el que diga que el caos, el desorden, lo inesperado, lo incierto... no es más divertido y más gratificante, merece mis más sinceras condolencias. Porque no ha conocido la parte más incierta, desordenada, incierta, caótica,... de la vida: el amor. Y, muy probablemente, ni siquiera se ha atrevido a escuchar su música en modo aleatorio.

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